“Me señalaron de intento de golpe”; Cienfuegos narra detención


Afirma que su captura fue planeada para perjudicar a México, porque no afectaron al exsecretario de la Defensa Nacional, dañaron a las Fuerzas Armadas, al país

Agencia Excélsior

Tres años después de su detención en Los Ángeles, California, Estados Unidos, cuando se le pretendieron fincar cargos por narcotráfico, el extitular de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), general Salvador Cienfuegos Zepeda, aseguró que su captura fue parte de un plan para perjudicar a México.

“No afectaron al exsecretario. Afectaron a las Fuerzas Armadas, las ofendieron. Agredieron al Estado mexicano… Fue algo inmerecido, una injusticia, una vileza lo que hicieron conmigo, afectaron a mi familia y no nada más a mí, se fueron a pegarle a las Fuerzas Armadas, el principal socio que tiene Estados Unidos para combatir las drogas son las Fuerzas Armadas de México”, dijo en entrevista con el periodista Jorge Fernández Menéndez, para ADN40, dada a conocer el sábado por la noche.

Al romper el silencio y hablar, por primera ocasión sobre su detención en Estados Unidos, el general Cienfuegos denunció fallas en las acusaciones en su contra. Por ejemplo, chats interceptados en los que se menciona que tomará vacaciones, cuando durante su encargo no tomó receso alguno, o en los cuales se ordena “darle 10”, “porque va a iniciar un golpe de Estado.”

“Y sí, ellos lo sabían ¿no fueron capaces de decirle al gobierno de México que se estaba hablando de un golpe de Estado?”, cuestiona.

Al extitular de la Sedena se le relacionó, a partir presuntas intercepciones de mensajes de texto por parte de la DEA, con el líder de un grupo menor del narcotráfico, en el estado de Nayarit, encabezado por Juan Francisco Patrón Sánchez, alias El H2, y su operador Daniel Silva Gárate, El H9, ambos abatidos por el Ejército Mexicano en febrero de 2017.

–¿Tenía que ver con el exfiscal de Nayarit Edgar Veytia?

–Cuando estuve en Nueva York hablamos con el abogado, él revisó las declaraciones de Veytia y en ningún momento me señala a mí en algo, yo no lo conocí, sé de él porque era el procurador, pero no tuve ningún trato, ni sé qué pudo haber dicho de mí.

Sobre los mensajes telefónicos en BlacBerry, afirmó que él nunca utilizó este tipo de aparatos, que los personajes que presuntamente se comunicaban eran entre ellos y que las autoridades de Estados Unidos las presentaron en perfecto inglés cuando fueron traducidas, lo cual hace dudar de su contenido.

“Hay algunos chats donde le dicen que le den dinero al secretario porque va a salir de vacaciones, que le den ‘dos’, pero nunca dice qué: dos pesos, dos mil pesos, dos millones, como secretario nunca hice uso de vacaciones, así que eso no pudo ser.

“Otro dato que me llamó mucho la atención es que dice que le den “10”, porque va a iniciar un golpe de Estado. Y si ellos lo sabían ¿no fueron capaces de decirle al gobierno de México que se estaba hablando de un golpe de Estado?, afirmó.

–Estas intercepciones telefónicas entre estos sujetos se vienen dando desde años antes. Llama profundamente la atención que se hayan tardado tanto en procesarlas.

–Estuvieron escuchándonos con mucha anticipación. Para eso se necesita la autorización de un juez de aquel país, pero los teléfonos y las personas estaban en México; ¿cómo puede un juez autorizar asuntos extrajudiciales, como no informaron a México que estaban investigando a su secretario?

–¿Qué ocurrió aquella tarde del 15 de octubre de 2020 en el aeropuerto de Los Ángeles?

–Iba con toda mi familia, mi esposa, mis 4 hijas, mis nietas. Íbamos a migración y ahí se acerca un uniformado y me preguntó si todas las personas eran mis familiares. Le dije que sí y me pidió que lo acompañara para agilizar el tema migratorio.

Pensé que me habían identificado y era una cortesía. Pasamos migración, aduanas y la misma persona me dijo que habían encontrado un problema con mi visa; en una sala de espera mi familia se quedó y a mí me pasaron a una oficina, donde me empezaron a tomar huellas y les dije que de qué se trataba y no me contestaron nada. Les dije que no lo iba a permitir y por lo tanto ingresó otra persona que me pidió acompañarla a otra oficina, donde había 4 hombres que después supe que eran agentes de la DEA; uno de ellos me dijo que había una orden de detención en mi contra expedida en Nueva York en la que se me acusaba de tres delitos: introducción de drogas, producción de drogas y lavado de dinero.

–Había sido condecorado en Estados Unidos.

–Sí. Tuvimos una buena relación con autoridades de aquel país, sobre todo con la Secretaría de la Defensa. En febrero de 2019 había asistido con mi familia a hacer compras a Los Ángeles y no había pasado nada, no tenía nada qué ocultar.

–¿Su vida cambia para siempre con esta acusación?

–Sí. Es increíble la velocidad con que puede cambiar la vida de una persona, me sucedió, no se lo deseó a nadie. Me indigné cuando me detuvieron, les expliqué quién era y que podían incurrir en una equivocación. Uno de ellos me dijo ‘a ver, usted es El Zepeda’, algo que no había escuchado nunca antes. Lo niego todo, me ofrecen asesoría y les dije que no debía nada a nadie y les pedí hablar con mi familia.

Les dan facilidades a mi esposa y una hija. Les expliqué, obviamente incrédulas, sin saber qué responder, mi hija me dice ‘debes explicarles lo mismo a mis hermanas y nietas; fui a la sala, hablé con ellas, les expliqué y les dije que se regresaran a México y que buscaran un abogado.

TRATO

–¿Estuvo incomunicado?

–Me quitan mi teléfono, me exigen la contraseña, luego me muestran una laptop de mi propiedad que llevaba en mi equipaje ese día. Me despido de mi familia y entro a la oficina otra vez y ahí empieza lo que llamo el caballo, porque me esposan como un criminal y luego me llevan en una camioneta a unas celdas; luego llegan por mí y vamos al centro de detención de Los Ángeles y ahí me traen una silla y me dejan solo y esposado, esperando que las autoridades del centro autorizaran el ingreso. Me dicen que ya me quitaron la visa y me enseñan un Whatsapp del canciller Ebrard donde dice que ya recibió la comunicación del embajador de Estados Unidos en México, que había sido detenido por narcotráfico.

Finalmente se abre el portón y ahí ya me reciben las autoridades; me desnudan y revisan todo, de una manera indignante. Me entregan un uniforme de preso y me conducen a uno de los pisos, donde hay un mostrador y toman una fotografía y me dan un número (66-454-112).

Me introducen a un área de celdas, unas cobijas limpias y rotas; era la una o dos de la mañana y me acosté a repasar qué pasaba; una hora de sueño, luego llega una mujer anglosajona y me dice que me van a trasladar a otro lugar; llego a otra área de celdas, me dan cobijas, un colchón de vinil y me dicen que es por mi protección, en un área de presos de enfermedades mentales. Ahí permanezco alrededor de 14 días.

–¿Era una medida de prevención o de desgaste?

–Estuve pensando muchas cosas y una de esas es que desde que me esposaron es una forma de doblegar, de romper con la fortaleza, con el ánimo. Yo me mantuve serio, digno, protestando por las cosas que se decían y entendería que hay una molestia de las autoridades americanas porque para ellos era una persona que introdujo drogas a su país, que le hizo daño a su sociedad, pero contrastada por mí forma de ver las cosas, sabiéndome inocente, no podía permitir eso y doblegarme.

Cada 4 días me daban oportunidad de bañarme; los presos eran un problema, gritaban, golpeaban las puertas, se peleaban entre ellos, pero cuando yo salía a bañarme todos tenían que ser recluidos.

–¿Un secretario de la Defensa manda solo?

–Es obvio que no, tenemos procedimiento. La operación es de los comandantes de zona militar, el secretario es funcionario que forma parte del gabinete presidencial y de seguridad nacional, pero no es el operador, yo no podría decir que monten o no algún operativo. No es la función del secretario, para eso están los comandantes de región y de zona. El secretario administra las Fuerzas Armadas, ve la educación de las escuelas militares. Hay una comandancia del Ejército y seguramente hace esas funciones.

–¿Un secretario toma decisiones operativas?

–Pueden ser en operativos relevantes como la captura de Joaquín Guzmán o la búsqueda de El Mencho. Se hace en apoyo de las autoridades responsables, como puede ser la FGR.

No podíamos decir, por ejemplo, que no se hicieran operativos en Nayarit, no había forma, para eso existe una directiva.

–¿Se quiso quebrar su voluntad?

–Una de mis hijas me decía ‘no sabíamos qué pensar, pensamos que era mejor que hubieras muerto a que siguieras preso’.

–¿Hubo violaciones al debido proceso?

–Creo que se cometieron muchas faltas legales en mi tema y tiene (la DEA) que responder por eso. No decirle al gobierno de México es muy grave, porque (según) yo soy delincuente de diciembre de 2015 a febrero de 2017, 44 años antes nunca tuve un solo problema.

–¿Le investigaron sus finanzas?

–No hay nada anormal en mis finanzas.

–¿Cuándo comienza a tener comunicación?

–La cónsul de México en Los Ángeles, Marcela Celorio, me buscó después de la detención, pero ya no le dieron oportunidad de verme. Al otro día me bajaron al sótano del edificio donde hay marshalls y locutorios, en ese lugar encuentro a la embajadora y a partir de ahí me apoya de manera legal a través del consultado. En Los Ángeles, al día siguiente, el juez me hace saber cuáles son los delitos por los que se me acusa, pero no me están culpando.

–El caso se ve demasiado manipulado.

–Coincido en eso, pero me parece mucho más grave que el fiscal de Estados Unidos William Barr no supiera que yo estuviera detenido allá. Entiendo que él participa directamente en que yo regrese a México y luego se retira.

–Está siendo acusado de un delito, que no queda claro.

–La verdad es que no, pero entiendo que es un procedimiento de hacerle saber al acusado sobre los delitos.

–¿Los primeros 14 días tuvo comunicación con su familia, con el secretario (Cresencio Sandoval),

–Sí, con la cónsul Celorio. Los 14 días fueron por la cuarentena por covid; la cónsul me hacía el favor de conectarme con mis hijas, con mi esposa. 

–¿Escribió una carta al Presidente?

–Estando en Los Ángeles tengo que firmar documentos para que le permitan a mi esposa hacer uso de los recursos que tengo en cuentas y entonces es cuando le escribo la carta al Presidente.

– ¿Qué siente al escribir desde la cárcel?

– Mi indignación absoluta, que era inocente totalmente de los cargos, que interviniera y que se agilizara el juicio para comprobar mi inocencia. Ese día hacen los documentos, la cónsul me va a ver, me cambian en ese momento a otra celda muy limpia, me baño y me llevan a un locutorio en un cristal y podemos hablar. Sobre las presuntas ligas con el H9, él dice que me reuní el 10 de febrero de 2016 con él, Día de la Fuerza Aérea cuando estábamos inaugurando unas obras en Sonora; en otro día estábamos inaugurando una estatua del soldado de la lealtad y en otra estábamos con empresarios y el gabinete de seguridad en Guerrero. Las acusaciones se caen por tierra rotundamente. La carpeta le dio toda la oportunidad a la Fiscalía de EU para demostrar que eran mentiras, pruebas fabricadas como dijo el Presidente.

Los 14 días que estuve en el centro nunca me dieron ropa para cubrirme del frío, uno podía adquirir ciertas cosas, pedí unos pants y nunca me los dieron; un rastrillo tampoco, solamente me dieron un jabón, un cepillo, pasta y una toalla. Ningún preso se podía acercar a mí. Sólo un preso me llevaba comida y me daba lápiz y papel.

–¿Cómo fue el traslado de Los Ángeles a Nueva York?

–La cónsul me entrevista y me dice que me iban a trasladar. Ese mismo día me despiertan y me dicen que guarde mis cosas, tenía unos libros y notas. Como a las 2 horas van por mí, me conducen al mostrador, me dan la ropa que traía antes de la detención y me cambio; voy a otra oficina, me retienen y me llevan esposado a donde antes había sido detenido. Me esposan de manos y pies. Solamante a los reos de alta peligrosidad se les trata así.

Nos fuimos en un camión junto con otros detenidos. Dos horas después llegamos a una pista, había reos y de ahí fuimos a San Bernardino y de ahí nos mandan a otro punto. Luego nos suben a otro camión y nos conducen otras 4 horas a El Cimarrón, en Oklahoma. Nada de agua y comida y llegamos a un centro donde había celdas en mal estado.

–¿Pensó que quizás no iba a regresar a México?

–No lo pensé.

–En las acusaciones no había sustento.

–Yo creo que todo este plan era para perjudicar a México. No afectaron al exsecretario de la Defensa Nacional, afectaron a las Fuerzas Armadas, las ofendieron y agredieron al Estado mexicano.

QUERÍAN QUE COOPERARA

–¿Qué sucede con los de la DEA?

–Solamente los vi en ese momento y desde ahí me estuvieron insistiendo que yo cooperara, considerando que yo aceptaba la responsabilidad y en ningún momento la acepté.

Incluso, ellos corrieron el rumor de que yo había pactado cooperar con ellos y que iba a dar nombres. Obviamente preocupé a mi familia y pusieron en peligro a mi familia.

– Es difícil corromper a la cabeza del Ejército.

- Por lo menos su estructura básica. Yo entré al Colegio Militar en 1964 y el único problema que he tenido en toda mi vida militar es este en el que me involucraron.

–¿Cuánto tiempo pasa en Oklahoma?

–Cuatro o cinco días. No había comunicación, mis cosas que había obtenido me las perdieron, mi ropa la perdieron y nos trasladaron en un jet a Nueva York. Ahí estaba esperándome una patrulla.

–¿Cuántos filtros se pasa para ser secretario?

–Si usted ve mi expediente y ruta usted ve que formé muchos mandos, algunos generales fueron mis alumnos. ¿Cómo pueden pensar que me presté a eso?

–Pero lo interrogaron, tiene que haber habido un interrogatorio.

–Sí, cuando me detuvieron.

–¿Pero solamente ahí? ¿No hubo otro interrogatorio?

–No. Nunca nadie más me volvió a interrogar hasta la audiencia final en que una jueza determina que yo tengo que regresar a México.

–¿Qué pasa en Nueva York antes de ir a esa audiencia?

–Me conducen a la Corte en Nueva York, en Brooklyn y ahí me hacen esperar más de dos horas para decirme que no va a haber audiencia. Me trasladan al centro de detención de Nueva York y ahí ya de noche llegamos al centro. Para poder entrar pasó muchísimo tiempo, otra vez sin comer, sin tomar líquidos.

Ya que entramos otra vez preguntan ¿cómo me llamo? ¿de dónde soy? ¿cuándo nací? Lo mismo que había sucedido en los otros dos centros de detención. Examen médico.

Me preguntan que si tomo algún tipo de medicamentos, siempre les dije qué y nunca me dieron. Los que yo llevaba míos, de acá, me los recogieron y en fin, hasta el final que son los dos días antes de que yo saliera de Nueva York me dieron algún medicamento para la presión, nada más.

Ahí en Nueva York nuevamente me suben a una torre de la prisión, la prisión es una torre no es como las que tenemos en nuestro país y allá voy a parar a algún piso… y ahí me preguntan si tengo inconveniente en que me coloquen en un área común y yo les dije que sí, porque yo no sabía quién me estaba acusando, a lo mejor era alguno de los reos que estaban ahí detenidos y que yo prefería un lugar donde estuviera aislado.

–Debe ser terrible, quizás, el sentimiento de sentirse abandonado en una situación de esas características.

–Sobre todo sabiendo que uno es ajeno.

–Claro que uno es inocente.

–Entonces a uno le da una impotencia de no poder hacer ni decir nada. En ese lugar estuve yo en la celda, había presos peligrosos, todos aislados, había gente que yo supongo que eran de El Salvador, porque hablaban de algunos lugares de El Salvador y se comunicaban de manera muy extraña.

Igual pasó en Oklahoma, gritan muy fuerte, pero solamente ellos entendían. Yo hablaba español, igual que ellos, y no podía entender, menos los custodios, pero sí se podía ver que eran gente de riesgo, eran maras, y ellos platicaban de alguna manera sus historias. Había gente, también creo que  un holandés o un alemán que cada que podía le aventaba sus orines a los custodios. Estaba gritando toda la noche. En fin, era una situación de ‘no entiendo por qué estoy aquí, qué hice para merecer esto’.

–¿Qué le queda, enojo, rencor? ¿Qué sentimiento queda después de todo esto?

–Bueno fue algo inmerecido. Sería yo todavía más fuerte. Es una injusticia, una vileza lo que hicieron conmigo, porque no me afectaron a mí nada más, afectaron a mi familia, y mi familia son mi esposa, mis hijas y mis nietos. Mis nietos van a la escuela, tienen amigos; mis hijas también tienen sus amistades, mi esposa conoce mucha gente. Entonces a mí me afectaron directamente y lo he dicho y lo repito no nada más a mí, se fueron a pegarle a las Fuerzas Armadas, el principal socio que tienen los Estados Unidos para combatir las drogas en el mundo somos las Fuerzas Armadas mexicanas.

La cónsul había sido cónsul en Nueva York tres años y ella conocía a mucha gente y me recomendó a un abogado americano,  preside un despacho para que él viera mi caso y sí este abogado también muy reconocido en los Estados Unidos empezó a llamarme por teléfono y él pues me decía que ya me habían investigado aquí en México pero le decía mire yo no tengo nada qué decirle, no sé de qué me están hablando pero si usted gusta investígame; ‘no general, ya lo investigamos sabemos que usted es inocente y usted va a salir inocente de este asunto muy desagradable para uno en esos momentos tan críticos’, sin embargo pues no pasaba nada.

–Un proceso en Estados Unidos puede demorar dos, tres, cuatro años y después le dicen ‘Muchas gracias’.

–Él me habla y me dice ‘general no sé qué está pasando pero usted se va a regresar a México el próximo martes’.

Le dije, de qué me está hablando no ha habido juicio, nadie me ha interrogado yo no he hecho declaraciones nada. ‘Yo tampoco sé decirle qué, pero entiendo que usted se va a ir el martes próximo’.

El viernes me vuelve a hablar y me dice lo mismo, el sábado no me habla, el domingo me habla y me dice ‘sin duda alguna usted se ve el martes es algo que están viendo en Washington’. Ya no supe más y el lunes me vuelve a hablar y me dice ‘listo para mañana sí’.

Me dice que al otro día habría una audiencia,  ‘le van a preguntar esto y esto’, me estuvo diciendo qué es lo que iba a pasar y qué tenía yo que hacer y responder. Entonces yo me quedé todo el martes esperando que fueran por mí pasó todo el martes y no pude salir y bueno pues ya me acosté.

El miércoles 18 va una afroamericana chaparrita con un cristalito que en la celda me toca y me dice que me levante y que me vista. Llegó con el abogado y él me dice ‘yo soy el abogado fulano de tal soy el que ha estado hablando con usted se va a regresar a México como le dije la jueza le va a regresar’.

También me hicieron firmar un documento donde me comprometo a no demandar a ninguna autoridad de Estados Unidos y que doy facilidades para que me transporten a la Ciudad de México, porque yo no sabía que iba a llegar a Toluca. Bueno pues ya firmé cuando hablo con la jueza pues me empieza a preguntar el abogado me dijo responda como soldado.

Entonces yo decía bien fuerte sí jueza, sí señora y bueno pues todo mundo de los que estaban voltearon yo creo que sentían que estaba yo muy molesto o enojado; le pregunta al representante del gobierno de los Estados Unidos qué aducía y él dijo en términos generales que habían solicitado el desistimiento de los cargos porque para ellos era más importante la relación con México que procesaron un general algo así.

–¿No desestiman los cargos diciendo, nos equivocamos?

–No, yo he esperado dos años ocho meses que digan que se equivocaron, o cuando menos una disculpa un desagravio pero no ha habido nada de eso lo que sí quedó muy claro es que si ellos no quedaban conformes con la determinación de la autoridad judicial mexicana ellos podrían reabrir el caso eso lo mencionaron y está por escrito y bueno pues yo ya no pude hacer más la jueza determina y ordena que de inmediato sea yo regresado a México.

–El viaje de regreso a México tampoco es sencillo.

–Fue mi mejor momento, Jorge, para empezar; primero porque la persona que me trasladó es un ciudadano americano de origen mexicano de padres chihuahuenses y cuando llego al aeropuerto donde me van a trasladar en un avión de ellos de los marshalls él me dice ‘soy el responsable de llevarlo a México’ y me ayuda a bajar del vehículo en el que iba y me ayuda porque además voy esposado de pies y manos me ayuda a subir al avión.

Esto es importante quiero reconocerlo él sabe quién soy me dice ‘mi general tiene usted inconveniente en que le quite las esposas’ en perfecto español y le digo por favor. Entonces me quita las esposas yo iba con uniforme de recluso, me sienta en el lugar principal del avión y una señorita me lleva un café me pregunta si quiero algo de comer. Me regresa mi pasaporte y laptop, pero me pide no abrirlos hasta llegar a México, en Toluca.

- ¿Se puede reabrir la investigación?

– Según el acuerdo al que se llegó, podrían, no lo han hecho. Se me olvidó decir que cuando soy detenido uno de los agentes me dice tenemos más de mil llamadas de usted con el H2 y el H9, no han presentado una sola.

En el aeropuerto me espera el director de asuntos para América del Norte en representación del canciller, el jefe del Estado Mayor de la Defensa Nacional en representación de secretario y el comandante de la zona militar. El director de los asuntos para América del Norte dice que me mandaba a saludar el canciller que yo era un hombre libre en México y que no se iba a seguir un juicio porque  no había una acusación en mi contra.

Bueno, pues muchas gracias, le dije al comandante de la zona militar; aquí agarro un carro y me voy a mi casa. Me dijo el jefe del Estado Mayor: no, mi general, el general secretario ordenó que en un helicóptero lo traslademos al campo militar que él lo va a esperar ahí con su familia o sea mi esposa mis hijas todos mis nietos yernos y bueno subimos al helicóptero me vine platicando con el general Romero, con Miguel Carrasco que lo conozco desde hace muchísimos años desde el Colegio Militar; llegamos al campo militar me estaba esperando el general Sandoval con mucha disposición me abrazó y me dijo mi general me gustaría platicar con usted y ahí me platicó todo lo que pasó.

–¿Ahí se enteró usted lo que había pasado en un mes?

–Sí, desde la detención, la gran molestia que se dio en México en la ofensa que sintieron las Fuerzas Armadas por lo que había pasado conmigo, que se habían dado a la tarea de investigar. Yo quiero de manera muy reconocida agradecerle al Presidente de la República su oportuna y valiente intervención.

–¿Se arrepiente de algo?

–No me arrepiento de nada estoy muy orgulloso de lo que hice y de lo que fui. No me arrepiento de nada.

 

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